¿Por qué a veces la relación madre e hija es tan complicada? Se trata de uno de los vínculos más profundos, más complejos y con más carga emocional del ser humano, pero si la relación es positiva puede resultar extraordinaria. Los mayores problemas surgen en la infancia y la adolescencia. Sin embargo, cuando la niña se hace adulta y tiene que experimentar la maternidad, entonces se vuelve a acercar a su madre.

Existen muchas teorías al respecto. Algunas apuntan a que el problema se produce desde el origen, ya que esta relación presenta paradojas importantes y existe ambivalencia afectiva. Cuando la hija es niña y comienza a conformar su personalidad busca a su madre como referencia femenina pero, más tarde, cuando tiene que ser ella misma necesita diferenciarse de su madre y para ello separarse. Es, entonces, cuando aparece el conflicto para ambas. Se produce una lucha en la que, por parte de la madre, se busca lograr el control de la hija (para guiarla según sus creencias). Por otra parte la hija desde la adolescencia intenta conducir su vida a su manera, y no de acuerdo a las creencias de su madre. La hija necesita ser ella misma para lo que tiene que separarse de su madre pero, además, teme dicha separación y se siente culpable por no complacerla. A la madre, a su vez, le cuesta entender que ya no es protagonista y se siente excluida cuando su hija no la necesita. Es una relación en la que el poder y la distancia se negocian constantemente.

Madre e hija viven entre el amor y el odio, existen emociones reprimidas, aceptación o rechazo y, además, la hija construye su identidad femenina a través de esta relación. Muchos de los problemas entre madres e hijas tienen un gran componente psicológico.

¿Qué origina los conflictos?

Problemas en la comunicación
No se expresan sentimientos negativos por miedos y, a su vez, se inicia una búsqueda de aprobación materna. Esto puede ocasionar que la hija no exprese su verdadera forma de ser o sentir, produce malos entendidos y resentimientos dolorosos que se agravan con el tiempo.

Expectativas no cubiertas de la madre
A veces la madre proyecta en la hija su propio ideal o quiere reparar conflictos propios a través de la hija. La madre puede proyectar en su hija los deseos no cumplidos, proyectos inconclusos, necesidades no cubiertas con la pareja o amigos o con su propia madre. Esto se convierte en una falta de aceptación hacia la individualidad de la hija y su libertad para escoger.

Decepción de la hija
La hija ve a la madre como una «persona poderosa» pero cuando crece ve que tiene menos poder, menos autonomía y eso hace que la niña se rebele para afirmar su valor.                                                                                                                     ·

Vínculos “vampíricos”
Se produce cuando la madre vive a expensas de la hija. Algunas se escudan en una enfermedad psíquica o somática real o fantaseada. Madres débiles, dependientes, depositan en la hija deberes o responsabilidades que ellas no asumen (cuidado de otros hijos, etc.) La hija desde muy temprana edad debe hacer frente a grandes problemas y situaciones y sostener emocionalmente a los padres y se le culpa ante cada oportunidad de vida independiente con otra persona.

¿Cómo ponerle remedio?
La relación debe basarse en el respeto y la aceptación entre sí. La madre tiene que entender que le da la vida pero no es su propiedad, tiene que acompañar a su hija y puede transmitir su experiencia como mujer. Las madres deberían evitar el impulso de dar consejos una vez que las hijas se han convertido en adultas, salvo que éste sea solicitado. La hija, en realidad, no quiere consejos, tan sólo aprobación y amor. Con los hijos pequeños esto resulta fácil dado que se debe hacer todo lo posible por protegerles.

En cambio, si haces lo mismo con una hija ya adulta, ésta probablemente montará en cólera, dado que lo que ella necesita es poder “demostrar que ya no necesita protección”.
Es importante ejercitar la escucha y el diálogo desde la primera infancia y no trasladar mensajes que puedan bloquear el desarrollo de la personalidad de la hija. Asimismo es importante no precipitarse y establecer un apoyo incondicional al desarrollo de la hija, no exigir más de lo que le corresponda o evitar demandas inconscientes de la madre “para que no crezca”.

Es un reto que cada una encuentre su lugar pero es la única forma de que ambas encuentren su propio bienestar psicológico y no se conviertan en enemigas.

Publicado en www.gentetoday.com el 12/5/2013