La adicción a los psicofármacos es un fenómeno mundial, se ha convertido en un problema frecuente y muy grave. Su consumo ha aumentado hasta un 40%, en los últimos años. El número de personas que abusan de drogas ha disminuido en todas las sustancias; sin embargo, en el caso de los ansiolíticos y antidepresivos se ha detectado un considerable incremento. Los profesionales de la salud indican que el citado aumento se debe al creciente uso de estas sustancias “de forma legal”, con receta médica y a la automedicación.

El elevado consumo de estas sustancias supone un lastre para nuestro organismo y para las arcas del sistema sanitario público. Sólo en tranquilizantes, el Gobierno de España desembolsa cada año cerca de 231 millones de euros. A nivel fisiológico, la atrofia del cerebro es uno de los efectos negativos del consumo excesivo de ansiolíticos. Steve Hyman, exdirector del National Institute of Mental Health (NIMH) de EE.UU y hasta hace poco, Rector de la Universidad de Harvard, afirmó que el consumo de fármacos psicoactivos de manera prolongada en el tiempo produce “alteraciones sustanciales y de larga duración en la función neuronal”.

La tentación del atajo

En los últimos años, en las consultas se observa aquello que los psiquiatras denominan como “psiquiatrización de la vida cotidiana”. Situaciones como la pérdida de un ser querido, el desempleo, la incertidumbre o la sobrecarga laboral, provocan tristeza y ansiedad; la timidez o rebeldía de niños y adolescentes, estos síntomas hace años se consideraban normales, sin embargo, en los últimos tiempos provocan una mayor demanda de fármacos para mitigarlos.

Un ritmo de vida acelerado, una deficiente gestión de las emociones, la acumulación de tensiones y las dificultades para canalizarlas, provocan cada vez más depresión, ansiedad, insomnio y estrés. Cuando no podemos tolerar estas tensiones buscamos “recursos de alivio” que nos ayuden a paliar los síntomas y así poder dormir, mantenernos tranquilos, tolerar los esfuerzos y soportar la frustración.

Ros, autor del libro ‘Stop a la ansiedad’, considera que la industria farmacéutica “trata de que cualquier cosa se convierta en trastorno mental para dar el pastillazo”.

Muchos trastornos psicológicos se producen por falta de adaptación al medio, se alimentan de las creencias o pensamientos disfuncionales. Algunos ni siquiera tienen una causa fisiológica y una pastilla no lo resuelve pero a la Sanidad Pública le resulta más fácil administrar fármacos que tratarlos a través de terapia psicológica.
Los profesionales advierten que este tipo de fármacos “pueden ser muy útiles si se toman durante un tiempo generalmente corto para controlar síntomas que pueden ocasionar mucho sufrimiento”, pero advierte de que no son la solución a esos problemas y admite que “un número importante de personas abusan de los psicofármacos como forma de controlar la ansiedad o trastornos”.

Muchas personas se acostumbran a evitar la ansiedad y las situaciones que la provocan. Prefieren el atajo de la pastilla antes que enfrentarse a los problemas con sus recursos personales y, así, no aprenden a gestionar su ansiedad.

¿Cómo detectar el problema?

El factor importante para hablar de una adicción no es el tiempo que dura el consumo de los psicofármacos, sino la necesidad de tomar más cantidad para conseguir los mismos efectos, la incapacidad de enfrentarse a situaciones de la vida sin tomarse una pastilla, el miedo a quedarse sin ellas. Es una adicción que afecta a tres niveles: el fisiológico, porque el cuerpo pide más dosis; el cognitivo, pues el pensamiento de la persona está centrado en conseguir o consumir las pastillas; y el conductual, porque algunas personas realizan acciones que nunca harían si no tuvieran la adicción.

Los síntomas de un problema de adicción a los psicofármacos son: el aislamiento, los cambios de actitud o de humor, dejar de realizar actividades habituales, la pérdida o deterioro de las relaciones sociales o problemasen el trabajo.

¿Cómo salir de esta adicción?

– Observe su comportamiento para identificar si descubre conductas adictivas. Es bueno que escriba un diario de observaciones personales.
– Aprenda a gestionar las emociones solicitando ayuda a un profesional si atraviesa situaciones difíciles.
– Control médico para la reducción o interrupción de su consumo.
– Acuda a clínicas de desintoxicación para el tratamiento de adicciones a psicofármacos. Si una persona adicta abandona el consumo de tranquilizantes de manera drástica, sufrirá un síndrome de abstinencia con náuseas, vómitos, mareos, ansiedad y taquicardia.
– Asista a grupos de autoayuda: le pueden ayudar a comprender su problema y a encontrar soluciones.