Realizar comparaciones no es una conducta idónea; por ejemplo decirle a un hijo que su hermano se esfuerza más que él o que es más obediente, comentar a tu pareja que otro chico sí que hace lo que tú deseas, juzgar a otros porque no hacen lo que harías, medir los logros en función de los de otros, etc.
Realizar comparaciones es el reflejo inconsciente de cómo nos tratamos a nosotros mismos. Es la fórmula perfecta para anular tu autoestima y la de los demás.
En las comparaciones que hacemos hacia otros podemos observar como nos comparamos nosotros mismos con los demás.

El ideal de vida es aceptarse uno mismo tal y como es: «tú eres tú y yo soy yo, tu tienes tus cualidades y yo las mías».